Merecido reconocimiento para el artesano de Proyecto 11


Juan Carlos Bonetto nació en Sunchales, el 15 de octubre de 1950. Hijo de Acelia Gregoris y Santiago Alberto Bonetto, su cuna fueron los talleres y las herramientas.


Como muchos de su generación, hizo la Primaria “un poco en la Nacional y otro poco en la Fiscal”. Fue alumno de Salazza, en la vieja Escuela Fábrica, y aprendiz de muchos ingeniosos a quienes seguía con atención y picardía.
Su primer trabajo, aún de adolescente, fue en el Tiro Federal, marcando la puntería de los tiradores. Pero pronto se metió en mundo fabril: primero en el Taller de Chapa y Pintura de Demichelis, luego en la Tornería de Pelosi Volta, un largo paso por la fábrica Richiger, otros veintisiete años en Transporte Giraudo. Carmetal y Faudone fueron sus últimos empleos hasta que llegó la jubilación. Pero nunca dejó de laburar.
Juan Carlos siempre estuvo vinculado con la mecánica. Desde niño, se entusiasmaba cuando en el barrio le daban marcha al midget de Bellato. Y pasaba horas en el galpón, traficando con los más viejos a la hora de reparar las máquinas para la cosecha. Así, Juan Carlos se fue fabricando sus propios juguetes, de madera o de chapa, verdaderas réplicas de las máquinas reales.
En los 60, Juan Carlos se asomaba tímido para ver cómo armaban el Fórmula Uno del Automóvil Midget Club y grabada en su prodigiosa memoria cada detalle de esas hazañas. Como todo el pueblo, fue a recibir a Chente en la histórica jornada de setiembre del 63, y siguió a la interminable caravana en su paso triunfal por toda la avenida principal.
Nuestro interlocutor cuenta que Juan Carlos se salvó de la colimba por número bajo. Y esa fue la oportunidad para ponerse a construir un midget, junto con “Pepe” Collino. El auto fue el primero con el chasis desplazado para correr el centro de gravedad, una innovación radical para la época.
Juan Carlos y “Pepe” corrieron el campeonato de midgets del 72, alternado la conducción del auto una carrera cada uno. “Uno loco y otro nervioso, imagínate cuánto duraron”, nos dice el apuntador de la historia. Con el fruto de la venta del coche, Juan Carlos pudo construirse su casa, también con ingeniería propia y el saber compartido entre amigos y colaboradores.
Ya casado, en el 76 llegó su primer hijo, Ariel. Y en el 80, el segundo, Diego. El ingenio y su habilidad para resolver problemas mecánicos lo convirtieron en repentino fabricante de herramientas originales, creador de adaptaciones caseras para complejas maquinarias, o vivaz inventor de ocurrentes carrozas y taxis locos, con los que también supo ganar algunos premios destacados en las carnestolendas de la época.
Nombres como Florentino Viale, Aldo Viotti, Montini, y Collino fueron acompañando sus labores como mecánico, preparador de midgets y restaurador de autos antiguos. Y también de tractores y cosechadoras, como una trilladora de madera inglesa Ransomes, Sins y Jefferies del año 1917. Un verdadero luthier, que dio vida a un Chevrolet 27, un Jeep con mecánica Torino, un Ford T restaurado por completo y un Chevrolet 22, terminado hace muy poco, después de 14 años de incansable faena.
El destino quiso que algunas piezas del auto original de Chente terminaron en la casa de Juan Carlos. Por ejemplo, los carburadores que usaba para equipar su propio midget. Cuentan que cuando Leo y Beppy fueron a pedirle que los ayude con la restauración del Fórmula 1, recientemente dañado por un voraz incendio, Juan Carlos les dijo: “Ustedes están locos”. Y sí, Juan Carlos: Eso es verdad. Pero los hijos de “Pepe” sabían a quién recurrir para que la idea pudiera ser realidad.
Juan Carlos Bonetto se convirtió en el hacedor principal de Proyecto 11. Su memoria prodigiosa, su habilidad como artesano y hasta sus dotes interpretativas frente a la cámara lo hicieron un personaje reconocido y valorado en todo el país.
Con su camisa de fajina para el trabajo diario o una en cuadrillé si la ocasión de gala lo amerita, fiel a sus gorritas que va cambiando a medida las manchas de grasa las opacan, Don Bonetto le puso alma y pasión a la misión e recuperar el Fórmula 1. Y en esos ojos brillosos invadidos por la emoción, se ve el triunfo por las metas alcanzadas.
Proyecto 11 representa muchas cosas que van más allá de restaurar el emblemático coche de carreras. Es, esencialmente, la puesta en valor de las personas que marcaron un camino, dejaron un legado de trabajo, esfuerzo, coraje, humildad y éxitos. Una posta ejemplar sobre la que las nuevas generaciones se puedan apoyar y continuar. Y Juan Carlos es un fiel exponente de esos atributos, un merecedor indiscutible del reconocimiento otorgado por el Concejo Municipal como “Antiguo Poblador de Sunchales”.