La sobreactuación y el camino a un verdadero golpe

Las imágenes llegan desde Olivos. En la puerta de la residencia presidencial, un grupo de policias de la Provincia de Buenos Aires reclama por una solución salarial. El Presidente les ofrece pasar para acordar, los policias- con dificultades serias para el manejo del idioma español- se niegan a entrar. Quieren cámaras de TV. Están viviendo su minuto de gloria superficial. No hay expresiones ideológicas, ni reivindicaciones temerarias.

Política 11 de septiembre de 2020 Coni Cherep
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El Ministro de Seguridad de la Provincia no está presente. El gobernador de la provincia, expone al presidente en lugar de resolverlo él. Medio país habla de golpe de estado. En las redes, para el oficialismo la culpa es de la oposición que no habla. Para la oposición, que habla pero a medias, la culpa es del gobierno que «no controla nada». Todo, sin excepción tienen algo de razón. Pero el deterioro de la palabra y la exageración pone todo bajo sospecha.

Sergio Berni es el Ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires. No comulga con las políticas del gobierno nacional. Reconoce una sola jefatura: Cristina Fernandez de Kirchner. Hace menos de dos semanas, en su provincia, apareció el cuerpo de un chico, Facundo Astudillo Castro. Sus policias montaron un circuito falso del camino del chico que lo llevó a la muerte. Berni los defendió y los defiende a capa y espada. Sus conceptos sobre la seguridad pública se parecen mucho a lo que és: un militar formado durante la dictadura, que participó de los levantamientos carapintadas contra Alfonsín. Pero mide bien.

Los policias de Buenos Aires le elevan un petitorio por mejoras salariales y condiciones de trabajo. Berni no se hace cargo deñ reclamo y deja crecer un conflito. De golpe, sin muchos avisos, la Policia se levanta contra la falta de respuestas. El gobernador es superado por la situación. La policia «traslada» mágicamente su reclamo a la puerta de la residencia presidencial.

Los máximos dirigentes y toda la militancia del Peronismo, más todos los partidos con decencia democrática, repudian la acción. Pero rápidamente, convierten a la protesta en un «Golpe de Estado». Al reclamo salarial en una «Asonada» y lo comparan con la triste Semana Santa de 1989. De pronto los argentinos, encerrados por el COVID, asustados por el debilitamiento del sistema de salud y su posible colapso, angustiados por una situación económica que puso a la mitad de la población bajo la linea de pobreza, con cierres de decenas de miles de Pymes, y un nivel de endeudamiento particular que hace imposible sostener la vida «normal»

El viernes, apenas cinco dias atrás, el propio presidente anunció una inversión y un plan de seguridad por 10 mil millones de pesos en la Provincia de Buenos Aires. El resto de los argentinos supusimos que el plan estaba pensado para que lo ejecute esta misma policia que le reclama en la puerta de Olivos.

Todo es confusión. El sostenimiento de Berni al frente de la Policia se vuelve inexplicable: no sólo enfrenta al gobierno nacional, sino que su policia mata gratuitamente y se le levanta: ¿ Quién conduce el conflicto? El presidente.

Nadie sabe cómo, pero ese conflicto provincial se convirtió en una especie de golpe que, disculpen la sospecha, va a terminar en una especie de reivindicación del propio Berni, y de victimización del presidente.

No sonó una bala. Nadie amenaza con dar ningún golpe. Los protagonistas del asunto parecen chicos sacados de una película de Trapero. La sociedad se altera, los medios generan una sobrealteración.

Ni Alberto es Alfonsín, ni los policias rebeldes son carapintadas exigiendo impunidad.

Ni existen fuerzas armadas preparando un acompañamiento del conflicto, ni medios que reivindiquen la jugada.

Es un país destruido, cansado de un conflicto de perros y gatos que se acusan continuamente de los males que nos arrecian. No son capaces de ponerse de acuerdo ni para decidir el sistema de funcionamiento de las sesiones del Congreso. Todos los protagonistas principales de esta comedia trágica ( esta farsa) carecen de sentido común, no dimensionan el tenor de sus palabras ni de sus estúpidas acciones. Todo es exageración, todo está pasado por el tamiz del odio enfermizo y esa promesa de vendetta esterna entre Macristas y Kirchneristas. No les importa nada lo que pasa en la casa de cada uno de los argentinos que no ponen en la política el foco central de sus vidas.

Eduardo Duhalde lo anticipó y todos se rieron de la advertencia: Lo peor que le puede pasar al pais es que su pueblo se convierta en legitimador de un golpe de Estado.

Y no será con policias bonaerenses. Sino con personajes mesiánicos- como Berni- que tarde o temprano encabezarán con excusas y promesas mágicas de «Paz y Orden», un proceso de aniquilamiento de la democracia.

Y será alimentado por el hastío de un pueblo que ya no quiere escuchar nada más de las bocas de los dirigentes que están más preocupados por sus posicionamientos que por la suerte de sus ciudadanos.

No. Que a la democracia no la quiebran un grupo de semianalfabetos uniformados en la puerta de Olivos. La quiebra el desencanto con la política, la tensión constante, la falta de horizontes y de planes. La falta de estadístas en los que creer. La búsqueda de impunidad de los dos principales dirigentes Macri y Cristina, ambos, que se retroalimenta todo el tiempo para que pensemos que esas dos caras son nuestras únicas alternativas.

El conflicto se termina cuando habla el presidente. Y el Presidente «resuelve» el conflicto generando otro conflicto. Con mucho tufo electoral. Le saca el 1% del presupuesto a CABA, el distrito que gobierna el opositor mejor posicionado. El lugar donde mayor resistencia tiene esa confusa oposición. Y entonces el conflicto policial provincial se transforma en un asunto de pelea entre bandas políticas.

No, que no es un golpe. Pero que están haciendo todo lo posible para que venga. Y creen que saldrán ilesos. No.

Cuando venga el golpe, cuando alguien se anime a asaltar a las instituciones, nos vamos a enterar de otra manera: de la manera más cruel en la que se enteran los pueblos: con sangre derramada en las calles, con fanáticos rodeando al lider mágico, y con una enorme mayoría de la sociedad indiferente por el cansancio.

FUENTE: https://conicherep.com/2020/09/10/la-sobreactuacion-y-el-camino-a-un-verdadero-golpe/

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