¿Qué se sabe sobre el uso de paracetamol en el embarazo y el autismo?
El presidente estadounidense, Donald Trump, dijo que “el uso de paracetamol en el embarazo aumenta el riesgo de autismo”, pero no hay evidencia concluyente que respalde esa relación. Los especialistas recomiendan cautela tras el anuncio y tomar el medicamento sólo cuando sea necesario.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que el consumo de paracetamol —uno de los analgésicos más utilizados para la fiebre y el dolor— durante el embarazo “está directamente relacionado con el aumento en las tasas de trastornos del espectro autista”. El mandatario no presentó evidencia científica que respalde estas afirmaciones.
Durante la conferencia de prensa, acompañado por el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., -un reconocido abogado antivacunas- y el administrador de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid, Mehmet Oz, Trump recomendó: “A menos que sea absolutamente necesario, no tomen Tylenol (el nombre comercial en Estados Unidos del acetaminofeno o paracetamol)”.
Sin embargo, hasta el momento no hay evidencia concluyente que respalde la asociación entre el uso de paracetamol y el autismo. Los especialistas consultados por Chequeado recomiendan cautela tras el anuncio de Trump y un uso limitado del medicamento en embarazadas; esto es, tomarlo sólo cuando sea necesario y en la menor dosis y frecuencia posible.
Lo que la ciencia dice sobre el paracetamol y el autismo
Los trastornos del espectro autista (TEA) son un grupo de afecciones que se caracterizan por algún grado de dificultad en la interacción social y la comunicación, define la Organización Mundial de la Salud (OMS). La agencia calcula que, en todo el mundo, uno de cada 100 niños tiene autismo, aunque la prevalencia varía considerablemente entre los distintos estudios y países.
La psiquiatra infantojuvenil Alexia Rattazzi explicó a Chequeado que “hay algunos estudios recientes sobre el paracetamol cuyos resultados, en general, son contradictorios y no concluyentes. Hay, por ejemplo, una revisión publicada recientemente que encontró una asociación, pero también hay un estudio sueco de 2024 que no encontró asociación alguna”.
La investigación sueca fue publicada en el 2024 en la Revista de la Asociación Médica Estadounidense. El estudio incluyó 2,4 millones de nacimientos entre 1995 y 2019, utilizó datos reales de hermanos y no encontró ninguna relación entre la exposición al paracetamol en el útero y el autismo, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) o la discapacidad intelectual.
La recomendación de la experta, por el momento, es “ser cautos y, mientras se sigue investigando, hacer uso limitado del paracetamol en embarazadas”.
Por su parte, Gustavo Agon, socio fundador de la Fundación Argentina por los Derechos TEA (FADETEA), aseguró: “No está probado que el paracetamol en el embarazo cause autismo. Algunos estudios han querido ver si hay conexión, pero la evidencia es muy débil. Siempre es importante consultar al médico antes de tomar cualquier medicamento en el embarazo, pero no hay que alarmarse. La comunidad científica internacional y los estudios más robustos disponibles hasta la fecha no respaldan la idea de que el paracetamol cause autismo”.
Asimismo, Agon agregó que “si alguna embarazada necesita tomar analgésicos, lo más sensato es seguir las recomendaciones de su médico de confianza y no suspender un tratamiento necesario basándote en este anuncio político”.
Por su parte, Mariana Leist, médica del Servicio de Neurología Infantil del Hospital Italiano, indicó que “con la evidencia actual, no se contraindica el uso de paracetamol en el embarazo, aunque siempre se recomienda usarlo solo cuando sea necesario y en la menor dosis y frecuencia posible”.
De la misma manera y en contraste con los anuncios de Trump, Monique Botha, profesora asociada de Psicología Social y del Desarrollo en la Universidad de Durham (Reino Unido), señaló a Science Media Centre que “el alivio del dolor para las mujeres embarazadas es deplorablemente insuficiente y el paracetamol es una opción mucho más segura para aliviar el dolor durante el embarazo que prácticamente cualquier otra alternativa y debemos tomarnos en serio el dolor de las mujeres, incluso durante el embarazo. Además, se corre el riesgo de estigmatizar a las familias que tienen hijos o hijas autistas como si ellas mismas lo hubieran provocado”.
La leucovorina podría beneficiar a un grupo muy pequeño de personas con autismo
Durante la conferencia de prensa, Trump informó que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó el uso de un fármaco llamado leucovorina o ácido folínico como tratamiento para el autismo.
La leucovorina o ácido folínico es una forma de ácido fólico que se suele usar para el tratamiento de ciertos tipos de cáncer y anemia. “Le puede servir a un grupo muy pequeño de personas con autismo que tienen un problema específico para usar una vitamina (el folato) en el cerebro. Para ellas, podría ayudar a mejorar algunos síntomas, pero no es un tratamiento para la mayoría. El folato es una vitamina del grupo B (concretamente B9) que es esencial para el cuerpo humano. Su función principal es la creación de nuevas células cerebrales”, explicó Agon.
Leist sumó que algunos estudios mostraron que el tratamiento con leucovorina podría mejorar diversos síntomas del autismo, como la comunicación, la interacción social y la severidad general de síntomas, y tiene pocos efectos adversos. Pero advierte que “estos beneficios serían más marcados en población con autoanticuerpos contra el receptor de folato o alteraciones genéticas en el metabolismo del folato. No debe considerarse un tratamiento estándar”.
De acuerdo con Rattazzi, “en caso de probar el efecto beneficioso del ácido folínico en algunas personas dentro del espectro autista, sería novedosa la inclusión en la práctica clínica cotidiana”.
¿Qué causa (y que no) el autismo?
De acuerdo a la OMS, la evidencia científica indica que la causa del autismo es una combinación de múltiples factores, entre ellos los genéticos y ambientales.
“La ciencia coincide en que no existe una causa única. Atribuirlo a un solo factor como un medicamento es una simplificación que no se ajusta a la evidencia. Además, un factor principal es la genética, como si la persona viniera con una ‘programación’ cerebral diferente desde el nacimiento. No es por algo que los padres hicieran o dejaran de hacer. A veces, ciertas circunstancias durante el embarazo pueden influir, pero lo genético es el factor clave”, sostuvo Agon.
Rattazzi explicó que se desconocen las causas exactas: “Hace años que se viene investigando cuales son los factores que aumentan la probabilidad de que alguien tenga autismo, tanto factores genéticos como ambientales. Se han identificado varios factores llamados de riesgo”.
Entre ellos, la psiquiatra enumeró factores ambientales como la edad parental al momento de la concepción (mayor posibilidad de autismo a mayores edades), complicaciones en el parto, falta de vitamina D. Por otro lado, sumó, “se identificaron varios factores genéticos, como el síndrome de Frágil X o la enfermedad de Rett, así como a nivel de los genes que están en las sinapsis, como neuroliginas o SHANK3”.
Leis advirtió que “es importante remarcar que sabemos que las vacunas no están relacionadas con el desarrollo de autismo”.
Numerosas investigaciones (ver acá y acá) realizadas con distintos métodos a lo largo de muchos años han demostrado que la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola no causa autismo. Los estudios que se interpretaron como indicativos de tal relación eran erróneos, y algunos de los autores tenían prejuicios no declarados que influían en la información que daban sobre su investigación.
En Argentina, el Consenso sobre diagnóstico y tratamiento de personas con trastorno del espectro autista del Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación de 2019 precisa que existen múltiples factores y condiciones que se asocian con mayor prevalencia, tales como:
- Hermano con trastorno del espectro autista.
- Defectos de nacimiento asociados con malformaciones del SNC y/o disfunción, incluyendo parálisis cerebral.
- Edad gestacional al nacimiento menor a 35 semanas.
- Padres con historia de esquizofrenia/psicosis /trastornos del estado de ánimo o algún otro trastorno mental o del comportamiento.
- Uso de valproato durante el embarazo.
- Discapacidad Intelectual.
- Encefalopatía neonatal o epiléptica, incluyendo espasmos infantiles.
- Malformaciones congénitas múltiples.
- Anomalías cromosómicas, tales como el síndrome de Down.
- Trastornos genéticos, tales como el síndrome de fragilidad del X.
- Distrofia muscular, esclerosis tuberosa, neurofibromatosis.
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