Hombres violentos: no solo se necesitan golpes para detectarlos
La violencia de género no tiene preferencias sociales ni económicas. La Organización Mundial de la Salud calcula que 1 de cada 3 mujeres sufrirá violencia mayoritariamente por parte de su pareja, poniendo el alerta en lo masivo de esta epidemia.
Violencia física no es la única forma de agredir. Golpes, zamarreos, empujones, palizas no son los únicos indicadores de un vínculo agresivo. Violencia también puede tomar forma de palabra y darse como cuenta gotas.
La llamada gota china o tortura de la gota de agua es un método de tortura psicológica que consiste en la caída de una gota cada 5 segundos sobre la frente de una persona. Si bien el goteo continuo trae consecuencias físicas, la verdadera tortura reside en los efectos mentales que provocaba el no poder pensar, dormir, o beber cuando se tiene sed, hasta derivar en un estado de privación que culmina con la muerte.
Del mismo modo puede pensarse el nivel de sufrimiento que genera la violencia verbal y psicológica, en un suministro constante. Las heridas son poco visibles, pero su constancia apaga los sentidos, los adormece, hasta que la capacidad de pensar por una misma se agota y la mente se pierde.
Perfil de un violento
* Degrada verbalmente. Puede iniciarlo de manera sutil o directa, por algo intranscendente como una vestimenta o un horario que no le gusta, o por temas de mayor relevancia donde elige que la opinión del otro no cuente y la derriba.
* Ataca los puntos de vulnerabilidad. Por lo general detecta y potencia los signos de inseguridad, debilitando la figura femenina en la pareja.
* Cuestiona las decisiones anulándolas, juzgándolas de poco inteligentes, de poco criterio o inútiles. Utiliza alegatos donde él tiene la razón. Envuelve con sus palabras desde la seducción o la tiranía. Se posiciona desde la superioridad moral o intelectual.
* Controla económicamente y manipula el ingreso del dinero, horarios, lugares y actividades. Es una manera de marcar dominancia, atentar contra la libertad, autonomía y poner al otro bajo su pedido de autorización.
* Se obsesiona absolutamente por el control de los vínculos y las situaciones que lo rodean. Los celos pueden ser una expresión con la que apabulla y daña a la pareja, haciéndola sentir culpable y poco digna de afecto. Pueden emplear el espionaje para utilizar esa información y seguir sosteniendo la idea de control omnipotente.
* Pueden presentar un perfil seductor desde el discurso y la estética, no necesariamente agresivo. A veces la capacidad de oratoria que tanto llama la atención es la misma que emplea para ganar seguridad y luego establecer desde allí la dominación.
* Manipula y miente. Evita responder a reclamos, redireccionando la culpabilidad a la pareja a través de la indiferencia, los discursos sin sentido y muchas veces ofensivo.
* Suele tener humor inestable. Puede estar tranquilo y ciclar a un exabrupto violento de un momento a otro. Se vuelve impredecible y esto atemoriza ya que una nunca sabe cuándo puede reaccionar.
* Promueve el aislamiento del entorno para poder sostener la captura psicológica y evitar que otros detecten lo que está pasando en el vínculo.
* Puede amenazar con matarse o matar a su pareja o emplear el sexo como señal de poder. Suele pedir perdón tras un acto violento con el fin de conservar su objeto de dominancia.
* Puede agredir físicamente, en lugares del cuerpo visible o no. De esta manera también borra rastros visibles para los demás.
Conocelo y pedí ayuda
Estas características de comportamiento pueden ser variables pero todas tienen un denominador en común: la persona afectada empieza a sentir pérdida de la autoestima, de seguridad en la toma de decisiones y que su salud empieza a jaquear.
Para salir de ello, la peor autocritica que hay que superar es la propia. “¿Por qué a mí?” Muchas mujeres piensan que no les puede pasar a ellas, hasta que sucede y les da vergüenza pedir ayuda cuando no encuentran una salida al problema. Se sienten culpables y temerosas de la visión social.
Para ellas y todas, la violencia no tiene justificativo. No hay causa ni motivo que valide que alguien agreda. Denuncia. Pedí ayuda.
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