Carbohidratos: ¿son realmente tan malos?

Los hidratos de carbono son la fuente más importante de energía para nuestro organismo: el sistema digestivo los transforma en glucosa, que es utilizada como energía por células, tejidos y órganos. De acuerdo a su estructura química encontramos carbohidratos simples y carbohidratos complejos. En el primer grupo se encuentra el azúcar que se halla naturalmente en frutas, vegetales, lácteos y sus derivados y azúcares añadidos en alimentos durante su procesamiento y refinación. En el segundo grupo encontramos panes y cereales integrales, vegetales ricos en fécula y legumbres.

Los carbohidratos en la dieta

Una de las reglas de oro para quienes comienzan una dieta es “minimizar el consumo de carbohidratos” o incluso eliminarlos por completo. Y es que la papa, el arroz, el pan y otros alimentos con hidratos de carbono no están asociados a la pérdida de peso. Sin embargo es importante entender el papel que cumplen en nuestro organismo para comprender que debemos incluirlos en la dieta si queremos evitar ciertas complicaciones.

Ya hemos dicho que los carbohidratos son el combustible esencial de nuestro organismo, por eso debemos evitar caer en dietas hiperproteicas y otros regímenes que eliminan el consumo de carbohidratos con el objetivo de utilizar proteínas y grasas como fuente de energía. Este es un grave error, ya que la ingesta insuficiente de hidratos de carbono puede tener un gran impacto en el funcionamiento de nuestro cuerpo, pudiendo provocar problemas digestivos, trastornos metabólicos y fatiga, entre otras consecuencias.

No todos son iguales

Como señalamos inicialmente, no todos los carbohidratos son iguales, ya que podemos hallarlos en verduras, frutas y cereales integrales, por ejemplo, que son alimentos muy saludables e ideales para incluir en una dieta que apunta al descenso de peso. Este tipo de hidratos de carbono tarda más tiempo en descomponerse en glucosa y aporta mayor cantidad de nutrientes.

Es imprescindible saber diferenciar estos carbohidratos de los hidratos de carbono refinados que son más fáciles de digerir para nuestro organismo. Estos últimos proporcionan picos muy altos de insulina y suelen perder buena parte del valor nutritivo, ya que son procesados industrialmente. Esto los convierte en alimentos que engordan con facilidad.

Teniendo esto en cuenta estamos en condiciones de distinguir entre carbohidratos “saludables” y carbohidratos “menos saludables”. En este sentido debemos considerar otros factores a la hora de hablar del impacto de los carbohidratos: si ingerimos alimentos con carbohidratos menos saludables y tenemos una vida sedentaria sólo estaremos acumulando estas calorías sin quemarlas. Por eso es clave, tener una buena dieta y hacer ejercicio con periodicidad. De hecho los carbohidratos son la base de la alimentación de muchos deportistas de resistencia, ya que les proporcionan la energía necesaria para poder enfrentar duros entrenamientos y competencias extenuantes.

Consecuencias de una dieta sin carbohidratos

Como todo en la vida, los extremos son poco saludables: la ingesta de carbohidratos en exceso es tan nociva para nuestro organismo como la falta de ellos. Lógicamente el impacto en nuestro cuerpo es diferente, pero en ambos casos existen consecuencias.

Cuando eliminamos los carbohidratos de nuestra dieta podemos sufrir problemas digestivos, ya que no estamos consumiendo suficiente fibra, ideal para prevenir el estreñimiento. Además se reducen los niveles de energía y disminuye nuestro rendimiento, pudiendo incluso afectar nuestra coordinación. A esto debemos sumarle que los hidratos de carbono ayudan a mantener los niveles de serotonina en el cerebro, por lo que evitarlos puede provocar mal humor.

¿Qué lugar deben ocupar los hidratos de carbono en nuestra dieta, entonces? Los expertos aseguran que una persona que lleva una vida activa y saludable debe tener una dieta en la cual los hidratos de carbono aporten entre el 45% y el 60% de las calorías ingeridas por día.